En septiembre de 2006, Cristina Kirchner estaba fascinada, junto a su marido, por las luminarias de Wall Street.
El matrimonio había ido a tocar la campanita de inauguración de las transacciones en la Bolsa de Nueva York.
Entonces celebraba las faenas de los especuladores internacionales y ni siquiera imaginaba que dos años más tarde estaría, según sus palabras de ahora, "viendo cómo el Primer Mundo se derrumba".
Esta voltereta de opinión es solamente una muestra de la inconsistencia ideológica del oficialismo y de la improvisación que caracteriza a todas su política.
Porque ¿quién no se acuerda cuando en junio pasado se jactó, en Plaza de Mayo, de "que el mundo nos necesita" - mientras que, con la ayuda del Banco Central, aquellos mismos especuladores (del Primer Mundo y del de nuestras fronteras) vaciaban las reservas internacionales de Argentina?
Pero la superficialidad de la Presidenta tiene un propósito definido: ocultar que estamos ante un derrumbe del capitalismo, que es más contundente aún porque tiene su epicentro en el Primer Mundo.
Mientras la Presidenta ironiza frente a las cámaras, todos los medios de prensa coinciden en informar que el gobierno está elaborando ‘planes de emergencia' para hacer frente al derrumbe.
Ese derrumbe es igualmente intenso en Brasil, que asiste a una verdadera sangría de divisas, apenas unos días después que Cristina Kirchner saludara como un ejemplo a los capitalistas vecinos.
El capitalismo "que se derrumba" es el mismo que la Presidenta defiende en Argentina, subsidiando a sus parásitos del transporte y la energía, u otorgándoles privilegios impositivos, en especial cuando se trata del impuesto inmobiliario que deberían pagar los latifundios y los grandes capitales sojeros.
No es un problema de primero o segundo mundo: es el capitalismo, cuya crisis mundial ya se está llevando puestas a sus economías más débiles y en especial a Argentina.
Comprender la naturaleza del ‘derrumbe' en curso es decisivo para las luchas actuales, porque mientras los funcionarios y los capitalistas aseguran que no tienen dinero para aumentar los salarios y el empleo, o contribuir para el gasto y el desarrollo social, al mismo tiempo están sacando la plata del país, vaciando las arcas del Estado y preparando un nuevo colapso económico, probablemente con una mega-devaluación.
Comprender que el derrumbe es capitalista también es importante para ver la inconsistencia de las propuestas centroizquierdistas, que pretenden redistribuir los ingresos sin cuestionar al régimen capitalista que, repetimos, destruye, por medio de la crisis y el derrumbe, las riquezas y recursos necesarios para cualquier redistribución de la riqueza.
¡Pero el Primer Mundo no hace más que seguir los pasos de la Presidenta, pues está nacionalizando empresas para salvar a sus inversores capitalistas de la quiebra, con recursos públicos, como el kirchnerismo hace con Marsans, o incluso con Repsol, a la cual le ha rescatado una parte de su capital por medio de un capitalista amigo!
"El Primer Mundo se derrumba", pero los Kirchner salen en su socorro, ¿o no están pagando la deuda externa que no deja de crecer (utilizando incluso recursos de la Anses y del Banco Nación), y hasta cancelando de una vez las deudas fraudulentas con el Club de París?
El "derrumbe del Primer Mundo" no solamente se va a llevar puestos a los llamados países emergentes, sino más que nada a sus gobiernos.
¿De qué se estará riendo la Presidenta?
El derrumbe del capitalismo mundial agota una tentativa de un cuarto de siglo para devolverle posibilidades de desarrollo, una tentativa cruzada de arrebatamiento de conquistas sociales, de crisis, de guerras, de genocidios y plagada de ‘derrumbes'.
El Primer Mundo es para nosotros, en esta crisis, el proletariado de Estados Unidos y de Europa, que deberá ser sacudido hasta sus cimientos por el derrumbe del capital.
La estrategia obrera y socialista del Partido Obrero se encuentra reivindicada por este derrumbe en toda su dimensión.
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